Desde hace muchos años ha existido un debate bastante tenso que llegó a la polarización en Estados Unidos sobre las consecuencias que tienen los cigarrillos electrónicos de nicotina sobre la salud. Actualmente, millones de personas ya no fuman cannabis de pipas o de canutos con hierba, sino que, ahora utilizan unos dispositivos estilizados y de cartuchos rellenos con aceite de cannabis saborizado. Esto desató la polémica pues los funcionarios del sector de salud le dieron muy poca importancia. Las personas de la industria del cannabis legalizado afirman que el vapeo de los productos representa por lo menos el 30% de su negocio.
Adolescentes, milénials y baby boomers se han acercado a esta tecnología por igual, pues ahora no hay ceniza, solo hay un ligero olor fácil de ocultar, pero hasta ahora recién se empiezan a conocer las consecuencias potencialmente peligrosas de su uso.
La mayoría de pacientes que han presentado problemas pulmonares graves vinculados al vapeo, inhalan vapores de THC, lo que, como todos saben, es el ingrediente psicoactivo del cannabis y el que narcotiza a las personas. En el 2019 , el New York Times reportó que el vapeo fue la causa de que 1479 personas hayan enfermado y que 33 de ellas hayan fallecido. Es por ello que los funcionarios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos advirtieron a las personas que no inhalen los vapores producidos por el cannabis.
Algunos científicos, e incluso líderes de la industria cannábica dicen que las señales de alerta han sido evidentes durante varios años. pues conforme se extendía la práctica de vapear cannabis impulsada por una combinación de normas, una oleada de legalizaciones de cannabis en los estados de Estados Unidos y un creciente suministro de cannabis barato hizo posible que se extienda cada vez más la práctica.
Si bien el gobierno estadounidense y los investigadores destinaron recursos al estudio de los cigarrillos electrónicos, existen normas federales que limitan de manera drástica la investigación sobre las consecuencias del cannabis para la salud, pues lo clasifican como una sustancia controlada que es muy probable que sea adictiva. Es por esta razón que se ha dejado un vacío en el conocimiento científico acerca de cómo el vapeo de THC afecta los pulmones.
Hace algunos años, el profesor de medicina e investigador, Neal Benowitz, quien trabaja en el área de la nicotina y el hábito de vapear en la Universidad de California en San Francisco, envió una carta al congreso de Estados Unidos en la que advertía sobre los riesgos que tenía no hacer estudios sobre la práctica de vapear cannabis.
El investigador señaló lo siguiente “Se sabe muy poco sobre la seguridad o los efectos del vapeo del aceite de cannabis”, él advirtió que algunos de los ingredientes mezclados en los aceites “podrían tener efectos dañinos y tóxicos para quienes los usan, como la posibilidad de causar y favorecer la aparición de cáncer y de enfermedades pulmonares”.
Cuando se le consultó sobre el aumento de los casos de hospitalización y muerte debidos a enfermedades pulmonares producidas por el vapeo de cannabis señaló “es lamentable, no puedo tomar los productos que creemos que son potencialmente dañinos y analizarlos. Puedo comprar un vapeador en cualquier esquina, pero no puedo llevarlo al laboratorio y hacer pruebas con él”.
Incluso los integrantes de la industria del cannabis legal reconocen la falta de estudios científicos sobre los productos que venden para el vapeo de cannabis. El presidente de la junta directiva de la Asociación Empresarial Unidad del Cannabis, Jerred Kiloh, señaló que “existe un vacío evidente al tratar de entender las características de este producto”. Kiloh representa a 165 dispensarios de cannabis en California, estado en donde se legalizó el cannabis para fines recreativos en el año 2016.
Kiloh, como dueño del dispensario Higher Path en Los Ángeles, comentó que creía que los vapeadores que se venden en sus tiendas y en otros establecimientos regulados con licencia son bastante seguros porque el estado midió y examinó cada uno de sus ingredientes, sin embargó, la Oficina para el Control del Cannabis de California no pudo corroborar esta versión.
Los aceites para vaporizar casi siempre incluyen otros aditivos, solventes y saborizantes, y los investigadores en el área de la salud creen que algunos de esos ingredientes, entre los que se encuentra el acetato de la vitamina E, podrían ser los responsables de algunos casos de enfermedades pulmonares. Kiloh y otras personas señalaron que el problema de los aditivos desconocidos y potencialmente peligrosos es muchísimo peor a consecuencia del creciente mercado negro que ha surgido en los casi 40 estados donde el uso recreativo del cannabis sigue siendo ilegal.
Los cartuchos de cannabis son más baratos que los productos evaluados, autorizados y gravados, esto a pesar que hubo algunos estados donde la sustancia se legalizó. Hay una competencia entre los vendedores ilegales y los vendedores legales, siendo los segundos los más afectados, pues ellos tienen que pagar impuestos. Por ejemplo, un vapeador con medio gramo de THC cuesta 55 dólares en un lugar autorizado para su venta, pero, en un lugar clandestino, el mismo vapeador costará aproximadamente unos 25 dólares.
El investigador Kiloh, hace una advertencia a los consumidores de cannabis vaporizado y es que «no se sabe cuál es la composición química (de estos productos) ni tampoco se sabe si ya se ha combinado, calentado e inhalado»
¿Cómo inició?
En los inicios de la práctica del vapeo de cannabis, un pequeño grupo de innovadores vio la tecnología como una forma más segura de ayudar a los pacientes que usan el cannabis con fines médicos. Los científicos esperaban que el vapeo fuera menos dañina para los pulmones que inhalaban el cannabis quemado, pues el vapeo consiste en calentar el THC de modo que se convierta en aerosol. Sin embargo, este pensamiento dio paso a algo bastante atractivo y bastante conveniente: la conversión del cannabis al vapor, lo cual evitaba que los usuarios enrollaran los porros, derramaran ceniza y despidieran un olor que los iba a delatar o que, quizás, los llevaría a ser detenidos.
Es por ello que los vapeadores trajeron una tecnología a una sustancia que durante años estuvo asociada a los hippies y a la indecencia, y que ahora se hacia mucho más discreta. Entre sus usuarios mencionan que “podrías vapear en una comisaría llena de policías y nadie se daría cuenta”.
¿Qué es el Volcano?
El Volcano es la primera marca comercial de vapeadores de cannabis que se conoce, fue creada por un emprendedor alemán llamado Markus Storz, quien obtuvo la patente en su país en el año 1999.
Volcano llegó a los Estados Unidos en el año 2003 y su nombre es un acierto, pues el dispositivo está sobre una base sólida de forma triangular, De La Torre mencionó que “se colaba sobre una mesita de café y pesaba medio kilo”. De esa forma se calentaba el cannabis hasta que el THC se convirtiera en vapor, luego de eso, se inhalaba el aerosol de una bolsa de plástico grande que estaba unida a una pipa.
«El mercado ha prosperado sin normatividad», comentó Eric Lindblom, ex funcionario del área de tabaco de la Administración de Alimentos y Medicamentos, más conocida como FDA, Lindblom señaló que el gobierno federal estadounidense no ha sabido cómo responder a la legalización del cannabis en algunos estados y que, esta incertidumbre, ha dejado un vacío en la normatividad, en la investigación y la aplicación de la ley.
El ex funcionario también mencionó que “hasta ahora que estamos enfrentando esta misteriosa crisis extraña de enfermedades y muertes existe un interés por hacer algo”. Si bien hay quienes creen que tal vez es demasiado tarde. otros, como Carlos de la Torre, quien es propietario de Cornerstone Wellness, un dispensario de Los Ángeles, menciona que “el mercado se ha desbocado”.
Quienes tenían conocimientos en la industria creían que tal vez era más saludable que fumarse un porro, ya que el cannabis quemado contiene carcinógenos como el alquitrán y el monóxido de carbono; Kiloh señala que “si en realidad queríamos ayudar a los pacientes con cáncer, entonces no era útil añadir carcinógenos”, esto lo dijo quien en el año 2003 inauguró su primer dispensario médico, Green Cross, en San Francisco, siete años después de que este estado legalizara el cannabis para fines médicos.
Las restricciones federales para su investigación permiten el estudio de cannabis sólo bajo ciertas condiciones y los científicos de la Universidad de California, campus San Francisco, descubrieron que el Volcano producía menos monóxido de carbono y alquitrán en comparación con el humo del cannabis.
El Volcano se ideó para producir el vapor del cannabis puro, mismo que se genera al calentar la hierba, por lo que dentro de unos cuantos años, la tecnología cambiaría de manera fundamental. Aunque, “lo que sucedió fue que luego llegó el aceite de cannabis”, esto es lo que comentó Kiloh.
Los emprendedores comenzaron a extraer el aceite de cannabis al bañar la hoja en etanol o en butano, luego, filtraban el material sólido que quedaba y luego procedían a evaporar el solvente para que solamente quedara el aceite concentrado. El otro método que se utilizaba era el de usar dióxido de carbono, que presurizado produce un líquido que puede usarse para extraer el aceite de cannabis.
Cuando ya se extraía, el aceite de THC podía calentarse con una pequeña batería y mantenerse en un cartucho o en un envase tipo pluma para que generará aerosol, lo que luego se inhalara desde un extremo del artefacto, esto fue lo que les encantó a los consumidores.
Cuando empezaron a legalizar el cannabis en distintos estados, floreció una nueva iniciativa empresarial, los empresarios descubrieron que podían utilizar toda la planta de cannabis para extraer el aceite en lugar de desechar las ramas y otras partes que no utilizaban los fumadores Y de esa manera aprovechar al máximo el valor de la cosecha.
El aceite de cannabis también podía mezclarse con otros aditivos para darle sabor y crear el efecto de grandes bocanadas de humo, o solo para cortar el THC y sustituirlo con otras sustancias químicas más baratas.
Es por esa razón que, David Downs, jefe de la Oficina en California en Leafly, un sitio de noticias y productos relacionados con el cannabis, afirmó que la preocupación es válida pues “su evidente innovación superó la sofisticación de los consumidores, así como a los reguladores e investigación, pues con la inhalación de cannabinoides, hemos estado participante en un experimento masivo no controlado”.
El director del Centro de Investigación sobre Políticas de Drogas de la Corporación Rand, Beau Kilmer, mencionó que desde que los estados legalizaron el cannabis, los agricultores podían cultivarla abiertamente y crearon un suministro muy grande y de menor costo que inundó no solo los mercados legales sino que también el mercado ilegal.
Los precios se desplomaron, aunque, a nivel nacional, la cifra exacta fue muy difícil de obtener, la investigación realizada por la Corporación Rand demostró que una sobreoferta en Oregón causó que el precio por kilo cayera en más del 50%, pues mientras que en el año 2016, el kilo costaba $1250, en el 2018 costaba $500, por esa razón gran parte del producto fue a la producción de aceite de cannabis. Beau Kilmer señaló que “el segmento de más rápido crecimiento del mercado es el extracto para inhalación”.
En Agosto del 2019, la Administración de Control de Drogas Estadounidense (DEA) puso ciertas reglas para permitir que algunas instituciones científicas soliciten cultivar su propio cannabis para que puedan estudiarlas. Sin embargo, las restricciones que existían en ese entonces impedían que los investigadores examinen el tipo de aceite de THC que es vendido en el mercado legal y en el mercado ilegal, esto fue porque se sabe muy poco acerca del vapeo de aceite de THC.